Mi hijo siempre está enfadado: ¿es un problema?

Mi hijo siempre está enfadado: ¿es un problema?

Hay algunos niños que tienen problemas para calmarse cuando están enfadados, sus enfados son excesivos o desproporcionados, se hacen daño a ellos mismos a los demás, agreden de manera verbal, se enfadan constantemente, se enfadan por cualquier cosa… Si consideras que es el caso de tu hijo, quizá un profesional pueda ayudarte con habilidades específicas para trabajar esta emoción, además de ayudaros a padres y maestros con pautas que sean más útiles en estos casos.

El enfado es una emoción básica que experimentamos todos los seres humanos y que nos produce irritabilidad, resentimiento, algunas veces agresividad. Suele aparecer porque consideramos que algo nos perjudica o nos contraria.

El enfado, la rabia o la ira es una emoción básica que todos sentimos en distintas situaciones de nuestra vida; sin embargo, no todos la manejamos de la misma manera.

Debemos entender (y expresar y hacer comprender a nuestros hijos) que experimentar emociones (y el enfado es una de ellas) es algo natural, sano y adecuado en todas las personas. Muchas de las emociones las experimentamos con valencia negativa y también muchas de ellas son difíciles de manejar.

Es habitual que los padres acudan a consulta porque sus hijos se enfadan constantemente o porque no saben gestionar esta emoción.

El enfado en los niños puede causar diversos problemas. Desde problemas en el ámbito y en las relaciones familiares a problemas en el colegio o en el área social.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que el enfado es simplemente una emoción y que en muchas ocasiones, para los niños, lo único que está sucediendo es que están experimentando una emoción que no son capaces de reconocer, de etiquetar ni de regular. Esperar que un niño aprenda adecuadamente a manejar una emoción que muchas veces no es capaz de reconocer es empezar la casa por el tejado.

¿Cómo puedo trabajar la rabia o el enfado con mi hijo?

Lo más importante es trabajar con ellos lo que desde la inteligencia emocional llamamos la alfabetización emocional. Debemos comprender que gestionar adecuadamente esta emoción implica que previamente debemos comprender la emoción que está detrás, la razón por la que estoy enfadado (autoconocimiento) y previamente a ello he de ser capaz de fijarme en las señales que mi cuerpo me envía para indicarme que esa emoción es enfado (y no tristeza o alegría, por ejemplo). Algo que a priori a nosotros nos parece tan simple no lo es tanto para un niño.

  • La alfabetización emocional: debes lograr que tu hijo tenga un vocabulario amplio y fluido sobre las emociones. Si con tu ejemplo y en el día a día eres capaz de poner palabras a sus emociones y sentimientos (algo que él todavía no alcanza a hacer), lograrás que tu hijo vaya interiorizando las señales, el etiquetaje, las causas de esa emoción que está experimentando y por tanto, que esté más preparado para gestionarlas después. Además, muchas de las emociones desagradables desaparecen cuando somos capaces de nombrar lo que nos está pasando.
  • Permítele enfadarse. Puedes ayudarle a que regule adecuadamente su comportamiento, pero respeta y ofrécele un espacio adecuado para enfadarse. Enfadarse es sano y natural, no debes demonizar ninguna de las emociones, tampoco el enfado. Tiene derecho a estar enfadado, reconóceselo.
  • Explícale la relación que existe entre lo que pensamos, lo que sentimos y cómo actuamos. Esto también forma parte de la inteligencia emocional. En la medida en que le ayudes a ver que la manera en la que nos sentimos (por ejemplo, enfado) está más relacionada con lo que pensamos que con las situaciones que nos encontramos, le estaremos ayudando a desarrollar el autoconocimiento, que es una competencia necesaria para desarrollar la inteligencia emocional.
  • Valida sus sentimientos. Hazle ver que le comprendes (de manera verbal y no verbal), permítele que se exprese y dile que es importante para ti lo que le pasa. Ayudará a que desaparezca la emoción de manera negativa.
  • No respondas con enfado al enfado que tu hijo está mostrando. En muchas ocasiones, cuando nuestros hijos se enfadan, acabamos enfadándonos nosotros (en gestos y de palabra). No permitas que esto suceda. No te enfades, escúchale. Él es un niño que está desarrollando su inteligencia emocional. Él es un niño, tú eres el adulto.
  • Ayúdale a desarrollar empatía. Ayúdale a trabajar y a reflexionar sobre cuáles son las consecuencias de sus actos negativos sobre los demás y cómo pueden sentirse con determinados comportamientos.
  • Transmítele aceptación. Debes comunicarle que puedes reprobar su conducta si no es adecuada, pero él debe ser consciente de que le amas por encima de todo. Es importante separar la conducta (que puede ser inadecuada) de la persona (que siempre es maravillosa). Le enseñamos que se permite cualquier sentimiento pero no cualquier comportamiento.
  • Ofrécele alternativas para canalizar la rabia. En algunos casos puede funcionar la respiración o la relajación.

 

¿Y cómo puedo detectar que el enfado es realmente un problema y debo consultar con un profesional?

Hay veces que algunos niños presentan más dificultades para ir aprendiendo a gestionar la rabia o la ira. Si crees que tu hijo tiene dificultades en este aspecto, has probado distintas técnicas y nada te funciona, quizá sea momento de pedir ayuda profesional.

Hay algunos niños que tienen problemas para calmarse cuando están enfadados, sus enfados son excesivos o desproporcionados, se hacen daño a ellos mismos a los demás, agreden de manera verbal, se enfadan constantemente, se enfadan por cualquier cosa… Si consideras que es el caso de tu hijo, quizá un profesional pueda ayudarte con habilidades específicas para trabajar esta emoción, además de ayudaros a padres y maestros con pautas que sean más útiles en estos casos.