Cuando la mente cura: el efecto placebo

Cuando la mente cura: el efecto placebo

En el año 1955, en el Journal of the American Medical Association, se publicó un artículo que hablaba del efecto placebo y que abrió un gran debate dentro de la comunidad científica. En este artículo de Beecher se llegaba a la conclusión de el placebo, es decir, sustancias inactivas, acababan produciendo en los pacientes un efecto terapéutico.

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El efecto placebo

El efecto placebo

¿Qué es el efecto placebo?

El placebo es una sustancia inactiva, que no tiene efecto o acción terapéutica pero que sí produce un efecto de curación en el paciente cuando él mismo está convencido de que sí que tiene acción curativa.

El efecto placebo se basa en dos condiciones:

  1. No tiene acción, es una sustancia inactiva
  2. Acaba produciendo un efecto terapéutico en la persona en el caso de que la persona se convenza de que así es

Cuando una persona cree que está tomando un medicamente eficaz (que realmente no tiene ninguna cualidad terapéutica), ésta acaba resultando beneficiosa para ella.

Es una manera de indicar que le mente o el ser humano tiene la capacidad de curarse a sí mismo. Se cura porque tiene la expectativa y la creencia de que existe ese efecto. Y mejora no porque el tratamiento con una sustancia tenga un efecto sino porque él cree que sí lo tiene.

Sería la capacidad de curación que se deriva de la creencia del ser humano o de sus expectativas. El cerebro de la persona es capaz de mejorar su estado de salud si cree que realmente tiene efectos curativos.

El hecho de que se observe en algunos pacientes que reciben una sustancia inactiva una mejora, no significa que debamos considerar que ha mejorado gracias al placebo. Deberíamos preguntarnos si realmente el efecto placebo lo causa el mismo placebo.

Para ello, debemos aislar otros posibles “efectos” que pueden estar mediando en esa mejoría, como por ejemplo, la historia de mejora de la propia enfermedad.

 

El efecto placebo se explica por algunas variables como son:

a) La historia natural de enfermedad: hay pacientes en los que la enfermedad remite de manera espontánea.

Cuando se hacen estudios experimentales controlados para saber si determinados fármacos funcionan, se pueden utilizar sustancias inactivas para comprobar los efectos del fármaco que se está probando (es decir, para saber si son eficaces o no).

Para ello, algunos de los pacientes reciben tratamiento farmacológico y otros tratamiento placebo. Al cabo del tiempo, se evalúa la eficacia del nuevo fármaco o terapia que se está sometiendo a prueba.

Pongamos por ejemplo que alrededor del 80% de las personas que han recibido el nuevo tratamiento se han curado y que alrededor del 20% de los que han recibido el tratamiento placebo también.

Para poder comparar si un nuevo medicamento es eficaz, se debe comparar al grupo de pacientes que se ha curado con el tratamiento y aquellos que no han recibido tratamiento (placebo).

Esto no quiere decir que el placebo haya curado a ese grupo de pacientes, sino que se trata con placebo para saber qué pasa en ese grupo que no recibe medicación de ningún tipo. Nos encontramos ante la remisión espontánea de la propia enfermedad, es decir, cómo evoluciona la enfermedad sin el tratamiento.

b) La atención médica:

También podemos encontrar que una atención médica mejor, más cercana al paciente, que se interese más por la evolución de un paciente, etc., puede incluso afectar a la adherencia al tratamiento. También puede reducir el estrés del paciente y hacer que se encuentre mejor. Y todo ello puede estar mejorando a algunos pacientes.

c) La actitud del paciente y su cambio de conducta:

La actitud del paciente hacia la enfermedad puede también afectar a su curación. Dado que los pacientes no saben si están tratados con medicamento activo o con placebo, pueden creer que están tomando una sustancia activa y por tanto enfrentarse a la enfermedad con una actitud más positiva y proactiva, por ejemplo, con mayor adherencia terapéutica.

Todo ello puede llevar también a un cambio de conducta, a que no se estanque en un “rol de enfermo” y que avance.

d) El apoyo social y psicológico:

El apoyo psicosocial del enfermo también tiene un impacto en su recuperación y en la evolución de su enfermedad. Puede incrementar también la adherencia terapéutica, disminuir el estrés, tiene menores quejas…

e) La propia expectativa de mejoría:

Aquí hablaríamos propiamente del “efecto placebo”, esto es, cuando el paciente mejora porque tiene la expectativa de que mejorará, al creer que está siendo tratado.

Para que el efecto placebo funcione el paciente debe creer que está siendo realmente tratado con una sustancia activa, porque si sabe que está siendo tratado con un placebo, no tendrá lugar.

El efecto placebo es, definiéndolo brevemente, la expectativa de mejorar del enfermo.

Puede que te estés preguntando si realmente funciona…

Se han realizado muchos estudios posteriores al de Beecher estudiando de manera sistemática el efecto placebo para ver si existía realmente.

Para ello, se han hecho estudios que comparaban un grupo de tratamiento con placebo y un grupo que no recibía tratamiento, dado que sería la única forma de poder interpretar los datos correctamente y poder dilucidar si realmente el efecto placebo es significativamente diferente a no recibir tratamiento, es decir, saber “si funciona”.

Algunos autores argumentan que no se han encontrado diferencias, lo que podría sugerir que el efecto placebo “no funciona”, aunque han encontrado que podría funcionar en casos de dolor. Es decir, en aquellos procesos de enfermedad donde el alivio del paciente se marca de manera subjetiva. Y también en la ansiedad.

Sin embargo, para otros investigadores sí que existe y el hecho de no encontrar diferencias podría basarse en cuestiones metodológicas o de procedimiento de los estudios.

Los mecanismos psicológicos por los que se mueve el placebo, por tanto, incluyen:

– Las expectativa

– El aprendizaje

– La memoria

– La motivación

– La recompensa

– El enfoque somático

– La reducción de la ansiedad

Los más estudiados y que más consistencia tienen son, por un lado, las expectativas o esperanza del sujeto y por el otro, el aprendizaje.

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