– Fumas gran cantidad de cigarrillos a lo largo del día.
– Recurres al tabaco ante situaciones con emocionalidad negativa o que te producen malestar.
– Inviertes gran parte del día en fumar o en conseguir tabaco.
– Limitas algunas actividades de tu vida por el hecho de fumar.
– Consumes tabaco en algunas situaciones que podrían llegar a ser peligrosas (por ejemplo, fumar en la quema).
– Te has planteado en algún momento que fumas demasiado y pese a que deseas dejarlo o te has esforzado en ello, no has sido capaz.
– Sientes gran ansia o necesidad de fumar en algunos momentos (cuando te levantas, cuando tomas café, después de comer, antes de irte a la cama…).
– A pesar de saber que tienes un problema físico o psicológico causado por el tabaco, eres incapaz de abandonarlo.
– Sientes la necesidad de consumir cada vez más cantidad de tabaco para sentirte satisfecho.
– Cuando no puedes fumar, sientes gran malestar, irritabilidad, ansiedad…